Regreso
Me dejo guiar por el sueño
que me lleva de regreso a casa;
tú quizá estés viendo la tele
o leas una novela
—ahora, la primera Millennium.
A medio camino me detengo, registro
los bolsillos, buscando las llaves
—somos todavía tan inocentes—
de nuestra felicidad;
evito el tenebroso abismo
por un paso elevado que oscila:
las curvas y los badenes de la calzada
que remonta el valle, las gotas
contra el parabrisas, Bill Evans
—el faro encendido de France Musique—
al piano, acompañándome.
Me tumbo en la cama, a tu lado;
traspaso el silencio y te beso,
vengo a ti —y permaneces inmóvil,
dormida con el libro abierto—
mientras zozobran los últimos azules.
La tristeza me lleva hacia el sueño
por los versos amargos de Pavese:
Scenderemo nel gorgo muti;
apago la luz de la mesilla de noche;
entro en el aparcamiento de los sueños.
Se consume un día más.
Raquel Vallés, Lourdes Calero
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